miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL DESAFIO.... La Protección Económica de la Vejez

Domingo 2 de noviembre de 2008


CRONOLOGIA PREVISIONAL
El desafío es la protección económica de la vejez

*Por Aldo Neri

El Congreso discute una nueva ley de superpoderes enviada por el Poder Ejecutivo, en este caso en el campo previsional.
El Gobierno insiste en legislar sobre políticas de Estado -de por sí de largo plazo- con objetivos coyunturales y estilo arrebatado.
¡Bienvenida la oportunidad de una reforma a la seguridad social! Pero no así.
Resumamos la secuencia de algunos hechos:
* El gobierno peronista de los 90, frente a un sistema jubilatorio de reparto en estado crítico, decidió, en lugar de corregir sus vicios, legislar un sistema mixto introduciendo la capitalización individual privada, a pesar de la oposición de muchos, tanto por razones ideológicas cuanto técnicas.
* El gobierno peronista de los 2000 evidencia, en éste como en otros campos, su inclinación a malograr buenas ideas con torpes iniciativas. Carente de proyecto, avanza con cambios estructurales parciales que no responden a un plan. Así, fue positivo liberar la opción de los> afiliados para elegir uno u otro sistema, pero obviamente no se hubiera hecho si la idea era liquidar uno de ellos.
De cualquier manera, los varios millones que se quedaron en las AFJP, más que ideología, mostraron un razonable reconocimiento de que uno puede ser "saqueado" tanto por los negocios particulares como por el Estado.
* La concepción universalista de la seguridad social, con garantía de beneficios básicos independientes de la historia laboral personal -que el Gobierno resiste, confiado en un regreso al modelo de mercado de trabajo de 40 años atrás-, asoma no obstante en la ampliación de cobertura de 2007, incorporando al sistema a personas que no llenan los requisitos de ley; pero se degradó en el apresuramiento electoralista que no priorizó sectores sociales, que incorpora a los beneficiarios potenciales de hoy desentendiéndose de los futuros, dado que no legisla hacia adelante. Y que lo hace ignorando, además, que la universalización de cualquier componente de la seguridad social exige paralela reforma y articulación impositiva para ser sustentable y redistributiva, so pena de convertirse rápidamente en un reparto de la misma bolsa entre muchos más.
Pero, claro, le tocará a otro gobierno balbucear las explicaciones.
* El Gobierno subestima el imponderable riesgo país que induce con la pérdida de confianza por sus estrategias de desplante y despilfarro. Y no alcanzan los ahorros de Redrado para compensar aquel riesgo.
Un proyecto serio e integral de reforma de la seguridad social que oriente a universalizar la cobertura y combine con mayor equidad que hoy la financiación con impuestos generales y tributos sobre el salario seguramente provocaría no pocas resistencias; pero resultaría coherente con una pretensión de progresismo que no es lo que socava la confiabilidad, sino que lo hacen las conductas intempestivas, arrogantes y equívocas en sus objetivos.
* Es buena cosa que el sistema regrese al ámbito estatal, de donde no debió salir. Pero si es cierto que la capitalización individual durante 14 años alimentó mejor el negocio financiero que el futuro de los trabajadores, no lo es menos que una caprichosa manipulación de esos fondos por el Estado puede generar la misma frustración.
En el Congreso está la oportunidad de transformar esa burda tela en un tapiz. No es la primera vez que lo hace: en esa hora negra de la política que fue la crisis de 2001-2 supo enhebrar la continuidad de las instituciones democráticas, y este año ponerle fin a un casi incomprensible y desatinado conflicto con el sector agropecuario.
El desafío ahora es diseñar un régimen de protección económica universal a la vejez, acorde a los cambios sufridos por nuestra sociedad y financieramente viable hacia adelante. Y luego viene la universalización de una asignación al niño no cubierto con el régimen de asignaciones familiares. Poniendo todo a resguardo, claro está, y como quizás aconsejaría Maquiavelo, de la discrecionalidad del "príncipe"... o de la "princesa".

*Ex ministro de Salud y Acción Social, y ex diputado.

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