lunes, 29 de septiembre de 2008

DILEMAS RADICALES HOY






La Convención de Octubre en Mina Clavero tiene tres temas centrales a enfrentar: situación política nacional, conducta partidaria frente a los que a medias o del todo se fueron del partido y quieren volver, y propuesta de reforma a su organización interna. Todos estos temas están muy interrelacionados y exigen coherencia en la respuesta, sustentada en la voluntad de futuro que la inspire.

El marco nacional muestra un gobierno con incapacidad de aprovechar bien las excepcionales condiciones económicas de la coyuntura, encerrado en su soberbia y en arrebatos de delirio persecutorio, frente a una oposición disgregada, con excesiva presencia de personalismos mediáticos demasiado contradictorios para construir confianza duradera, y sólo dos partidos orgánicos -el socialismo y el radicalismo- enfrentando tensiones internas que deben resolver para avanzar. Para este último, esta Convención es la mejor oportunidad.

No es inteligente gastar energía en analizar y enjuiciar las motivaciones de los que se alejaron. Seguramente todos, ellos y los que nos quedamos, tenemos reproches que hacernos. Hay quien lo hizo por oportunismo, hay quien por ahogo en una estructura cada vez más rígida y oligarquizada, hay quien por diferencia de criterio frente a la convivencia con el peronismo y los Kirchner, o por una mezcla de todas. Lo que también está claro es que muchos de ellos se fueron sin renunciar a ideas de color radical, en un partido y en un sistema político nacional donde desde hace mucho no hay discusión actualizadora de ideas.

No cabe duda que, agotado el rédito político gubernamental de la superación de la crisis, buena parte de la ciudadanía, desilusionada por los desplantes, busca alternativa confiable para invertir su respaldo y mira hoy a ver qué hacen y dicen los radicales, como ya ha sucedido antes en nuestra historia. Pero una oportunidad no implica garantía de resultado, este depende de lo que hagamos y de lo que merezcamos, para superar legítimas desconfianzas.

La construcción de esa alternativa política, no necesariamente unipartidaria, exige edificar sobre afinidades reales, de pensamiento y conducta, no en meros amontonamientos electorales de coyuntura. Las alianzas son posibles y deseables, pero con identidades claras, previsibles para la ciudadanía. Y en esa construcción de un radicalismo con capacidad de convocatoria, el reingreso de los emigrados es positivo. Pero importa mucho el cómo. Regreso implica compromiso explícito de trabajar para aquella construcción, no una vuelta especulativa porque la fuerza del gobierno se debilita o la imagen de Carrió o de Macri se opacan. Y una cosa es que sea sin reproches, y otra que implique pagos de sobreprecios de mercado político, que premien el apresuramiento y desvaloricen y defrauden a los que se tragaron las frustraciones quedándose.

El caso Cobos sobrepasa el límite. No se lo puede ver regresado en tanto sea vicepresidente, pero ello no quita que pueda ser aliado del partido en muchos terrenos. Y el peor error sería decidir en función de especulaciones sobre si su burbuja de notoriedad se consolida o se disuelve, en esta atmósfera política de cometas tan veloces como fugaces.

Con estas responsabilidades a encarar por la Convención no parece oportuno sumarle la discusión de una reforma de la Carta Orgánica. No porque no sea indispensable, como venimos muchos insistiendo desde años atrás, sino porque de no haber avanzado más en algunos acuerdos se corre el riesgo de proyectar una imagen de partido atrapado en conflictos autistas de poder interno, desligado de los objetivos a cumplir en el plano nacional.

Por ello, un lapso de discusión interna más amplia sobre ejes troncales del tema aparece como indispensable. Por ejemplo, sería superficial discutir temas como modos de elección, si no se discute un nuevo perfil de partido y de sus afiliados, que son la sustancia que le da vida y condiciona mucho las reglas de funcionamiento interno. No obstante, se puede avanzar en no pocos asuntos aún sin reforma, por ejemplo, integrando los cuerpos directivos con paridad de representación de género, claro atributo de un partido moderno.

La Corriente Progresista de la Ciudad de Buenos Aires, al difundir estas ideas, lo hace con la vocación de aporte desinteresado y militante a la responsabilidad de nuestros representantes, en cuyas manos se encuentra una etapa crucial de recuperación partidaria, que poco valdría por sí misma, si no fuera tan indispensable al país.


-Por la Corriente Progresista: Aldo Neri, Leonor Cisneros, Fernando Alcalde, Mabel Bianco, Maria Inés Parry, Viviana Arcusin (Convencional Nacional – CProg)


Corriente Progresista
UCR Capital

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